CIENCIA VS. CIENCIA
Recientemente un estudio de la National Academy of Sciences señaló que “los datos disponibles no muestran asociaciones entre los OVM y enfermedades o trastornos crónicos”. Lo curioso es que el informe reconoce que el tracto gastrointestinal de los animales alimentados con transgénicos había sido “perturbado”.
Pero eso no es todo, el Consejo Nacional de Investigación (NRC por sus siglas en ingles)—el brazo de la National Academy of Sciences encargada de la investigación— recibió financiamiento de corporaciones como la estadounidense Monsanto, DuPont y Dow Chemical.
Se sabe también que más de la mitad de los expertos que participaron en el informe del NRC del 2016 presentaron conflictos de intereses, ya que percibian fondos de investigación de la industria, desarrollaban OMG (o patentes), realizaban consultoría para la industria o para los que trabajaban en organizaciones financiadas por la industria. Esta dinámica fue observado en anteriores oportunidades, según denuncia Food & Water Watch (FWW).
Previamente el investigador Jeffery M. Smith señaló que varios estudios en animales advertían serios riesgos en la salud asociados con los alimentos genéticamente modificados, incluyendo la infertilidad, problemas inmunológicos, envejecimiento acelerado, cambios en los órganos principales y el sistema gastrointestinal, por citar algunos.
De forma similar, Pete Hardin recuerda los estudios confidenciales de Monsanto que fueron publicados por la prensa local. "Los cambios fisiológicos observados en los animales tratados con la hormona eran dramáticos. EL ovario de las vacas que habían recibido la hormona sintética es un 34% más grande, hasta un 42% y 44% según los grupos", subraya.
En Francia, el profesor Robert Bellé descubrió que el roundup afectaba el proceso de la división celular. “El roundup induce las primeras etapas que conducen al cáncer”, dijo en una entrevista. Además confesó que le sugirieron que no hiciera público los resultados porque detrás estaba la cuestión de los transgénicos.
EL DATO
- Anteriormente Monsanto negó el efecto que causan sus productos. Por ejemplo, ya en 1937, Monsanto sabía que el contacto repetido con PCB podría dar lugar a "efectos tóxicos sistémicos" que incluían "una erupción de la piel en forma de acné".
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