Sobre una hoja amarillenta, se lee un poema manuscrito con caligrafía apurada. Es "Canción de jinete" y la nerviosa letra es de su autor, el español Federico García Lorca (1898-1936). Es una de las joyas que este uruguayo de 71 años atesora en su librería anticuaria "El Galeón", fundada en 1973.
"La ilustración también es de puño y letra de Lorca. Está escrito en 1934, cuando vino a Montevideo", comenta Cataldo, e inmediatamente recoge un libro grande en cuya tapa dice "Le petit prince". "Ésta es una de las primeras ediciones de 'El Principito', ilustrado por Antoine de Saint-Exupéry", señala.
Este librero dedicó los últimos 50 años de su vida a rescatar libros antiguos y modernos, manuscritos, mapas, grabados, afiches, fotografías, postales y documentos históricos. Su acervo, distribuido en cuatro pisos, alcanza los 100.000 volúmenes.
Cataldo es un hombre apasionado y culto, que dicta una breve clase de historia con cada libro que muestra. Se anticipa a las preguntas, dispara nombres célebres -y no tanto-, anécdotas de escritores y eventos históricos. Evidentemente, no necesita Google ni Wikipedia.
En su territorio, que huele a papel añejo, habitan primeras ediciones del uruguayo Juan Carlos Onetti (1909-1994) y del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), y también un afiche original del Mundial de Fútbol de 1930, jugado en Uruguay.
Cataldo vuelve a la carpeta de donde sacó el manuscrito de García Lorca y muestra otra hoja. El papel es más nuevo y la caligrafía denota un estado emocional más sereno. "Este es el poema número 20 del libro 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada', manuscrito y firmado por el propio autor, el chileno Pablo Neruda", relata.
Y sigue con una carta del poeta peruano César Vallejo fechada en París en 1927 y con un original escrito a mano en 1935 del poema "El arco iris y la cataplasma", del cineasta español Luis Buñuel, incluido en el libro y cortometraje "El perro andaluz".
Su reputación es bien conocida en Montevideo. Los expresidentes Jorge Batlle y Julio María Sanguinetti, ambos bibliófilos, eligieron piezas de su colección para regalos oficiales a Fidel Castro, Bill Clinton, François Mitterrand, Plácido Domingo o Luciano Pavarotti, cuenta Cataldo.
Durante cinco décadas, decenas de libros han pasado por sus manos. "A veces hay libros que regresan, como la Constitución de Uruguay editada en 1829, que la he tenido en varias oportunidades", recuerda.
"En esto uno termina siendo un coleccionista, por eso disfruto más cuando compro que cuando vendo. Pero tengo que vender o me muero de hambre", comenta entre risas.
"La ilustración también es de puño y letra de Lorca. Está escrito en 1934, cuando vino a Montevideo", comenta Cataldo, e inmediatamente recoge un libro grande en cuya tapa dice "Le petit prince". "Ésta es una de las primeras ediciones de 'El Principito', ilustrado por Antoine de Saint-Exupéry", señala.
Este librero dedicó los últimos 50 años de su vida a rescatar libros antiguos y modernos, manuscritos, mapas, grabados, afiches, fotografías, postales y documentos históricos. Su acervo, distribuido en cuatro pisos, alcanza los 100.000 volúmenes.
Cataldo es un hombre apasionado y culto, que dicta una breve clase de historia con cada libro que muestra. Se anticipa a las preguntas, dispara nombres célebres -y no tanto-, anécdotas de escritores y eventos históricos. Evidentemente, no necesita Google ni Wikipedia.
En su territorio, que huele a papel añejo, habitan primeras ediciones del uruguayo Juan Carlos Onetti (1909-1994) y del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), y también un afiche original del Mundial de Fútbol de 1930, jugado en Uruguay.
Cataldo vuelve a la carpeta de donde sacó el manuscrito de García Lorca y muestra otra hoja. El papel es más nuevo y la caligrafía denota un estado emocional más sereno. "Este es el poema número 20 del libro 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada', manuscrito y firmado por el propio autor, el chileno Pablo Neruda", relata.
Y sigue con una carta del poeta peruano César Vallejo fechada en París en 1927 y con un original escrito a mano en 1935 del poema "El arco iris y la cataplasma", del cineasta español Luis Buñuel, incluido en el libro y cortometraje "El perro andaluz".
Su reputación es bien conocida en Montevideo. Los expresidentes Jorge Batlle y Julio María Sanguinetti, ambos bibliófilos, eligieron piezas de su colección para regalos oficiales a Fidel Castro, Bill Clinton, François Mitterrand, Plácido Domingo o Luciano Pavarotti, cuenta Cataldo.
Durante cinco décadas, decenas de libros han pasado por sus manos. "A veces hay libros que regresan, como la Constitución de Uruguay editada en 1829, que la he tenido en varias oportunidades", recuerda.
"En esto uno termina siendo un coleccionista, por eso disfruto más cuando compro que cuando vendo. Pero tengo que vender o me muero de hambre", comenta entre risas.
Un libro del año 1502
El anticuario se encuentra con sus reliquias comprando colecciones particulares o en subastas, pero nunca sabe a ciencia cierta si en las decenas de cajas repletas de libros y papeles habrá una pieza única como las de García Lorca o Neruda. Muchas veces desconoce el valor de lo que tiene en sus manos hasta que empieza a investigar.
"En el momento de la compra uno tiene la sensación de que puede ser una cosa importante, pero la cabeza no es un fichero, uno debe investigar", dice mientras revuelve en uno de sus anaqueles, rodeado de decenas de libros apilados sobre el suelo.
Así encontró su pieza más antigua: un libro en griego y latín que data de 1502. Lo tenía entre otros ejemplares dentro de una caja que quedó olvidada durante siete años en el subsuelo del local.
Pero más que el valor de este libro "incunable" -textos publicados antes de que Johannes Gutenberg revolucionara el mundo con la imprenta con tipos móviles-, Cataldo destaca que el texto fue editado por Aldo Manuzio, impresor italiano fallecido en 1515, fundador de la imprenta Aldina, pionera en la impresión de libros de formato pequeño (hoy conocidos como "de bolsillo").
El más "conmovedor"
Cataldo se niega a elegir un favorito de su colección, pero recuerda muy bien un descubrimiento que lo "conmovió".
Entre decenas de libros que compró de una biblioteca particular, encontró una carpeta con el poema Solidarité, del poeta francés Paul Éluard (1895-1952), ilustrado con grabados de Pablo Picasso, Joan Miró, Yves Tanguy y André Masson, entre otros.
"Tenerlo en mis manos es algo de una vez en la vida. Lo vendí en 1982 y lo recuerdo como si fuera hoy", relata visiblemente emocionado.
El futuro de su negocio es incierto. Los coleccionistas de libros antiguos son cada vez menos y nada parece detener el avance del libro digital.
"Voy a morir con las botas puestas", dice entre orgulloso y resignado. "Si bien el libro digital es importante, no es lo mismo que tomar un libro, ver las ilustraciones, sentir el papel. Tengo expectativas con respecto a la sensibilidad de la gente, creo que el manejo del libro tiene una sensualidad que, espero, no muera nunca".
Con información de AFP
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