CRONISTA ETERNA

sábado, 7 de abril de 2018

San Marcos, no hay héroes en esta historia

"Al ingresar a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos yo ingresé realmente al Perú. En San Marcos conocí el Perú que no conocía".-Alfredo Bryce Echenique
"Miriam, ¿qué está pasando en San Marcos?", me pregunta un colega. "No es fácil de explicar", atino a decir, mientras empiezo a hacer un bosquejo de aquella postal que me llevé de la universidad tras estar cinco años en sus claustros. Hablar de San Marcos nunca es sencillo, quienes hemos estudiado allí conocemos las carencias que existen, muchas veces apelamos a la imaginación y a los trabajos part time para costear los materiales y equipos que necesitabamos para nuestros cursos, como una cámara o una laptop. Pero también sabemos que los intereses siempre estarán presentes.


Comparto la impotencia de quienes observaron cómo un tanque rompía aquella puerta por la que tantas veces ingresé a la Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Nunca pensé que aquel autoritarismo que se acentuó en la época de Alberto Fujimori se volvería a repetir. Sé que muchos piensan que el accionar era necesario para restablecer el orden, sé que la Ley universitaria dice que la Policía y el Ministerio Público solo pueden ingresar al campus por mandato judicial o a petición del Rector, y que el Código Procesal Penal contempla sanciones por el daño de bienes públicos o privados, lo que no comprendo es la incoherencia.

Más allá de las formalidades legales que suelen evaluarse en estos casos— ya que existen derechos que se contraponen y que están amparados en la Constitución Política del Perú, como el derecho a la protesta, derecho de insurgencia o a la propiedad— me preocupa la forma en que la violencia suele justificarse cuando está en sintonía con nuestros sesgos ideológicos. ¿Por qué colocar guarimbas, bloquear calles o secuestrar un helicóptero sí es correcto en Venezuela? ¿Por qué no hay la misma indignación frente a las amenazas de golpe o los tiroteos a opositores en Brasil?

También me preocupa la forma en que se realizan estas tomas y las consecuencias legales que recaen en los detenidos. El día de hoy más de 15 estudiantes fueron liberados tras pasar la noche en seguridad del Estado y luego de estar horas en la Fiscalía. Sé que los estudiantes que defienden las medidas indican que son acuerdos de asamblea, pero ¿quién asume la responsabilidad cuándo ocurren las detenciones? ¿por qué recién en el momento se buscaron abogados? ¿no es acaso una labor del dirigente garantizar la seguridad de quienes convoca?


El día de ayer me aproxime a la vigilia por la libertad de los estudiantes, no porque comulgue y comparta con todo lo que expone la Federación Universitaria de San Marcos (FUSM), sino porque su detención me parece desproporcionada, al igual que la violencia de los efectivos que estuvo acompañada del saqueo de algunos productos de la tienda de residencia universitaria, junto al robo de cerca de S/1,000, según denuncia el egresado David Canchachi.

Para mi el dialogo siempre será la solución. No es posible que antes de agotar esas instancias el rector Orestes Cachay, quien participó en la toma del 2016 para expulsar al exrector Cotillo, haya admitido que los efectivos ingresaran a la universidad. Tampoco es digno de una autoridad que brinde medias verdades ante la prensa, en su conferencia de prensa el rector nunca hablo de la forma improvisada en que se manejan los cursos en San Marcos.

No es posible que en una universidad licenciada por la Sunedu se realicen procesos de contrataciones de forma improvisada. Como se observa en el link, el concurso público para contratación de la Escuela de Estudios Generales se inició el 28 de marzo y las clases comenzaban el 5 de abril. Además de la improvisación se presentaron quejas por el perfil que se demandan para algunos cursos. Por ejemplo, en el caso de la materia de Filosofía y Ética se admite a economistas.También, como denuncia el catedrático Alberto Villagomez, no hay aulas suficientes para realizar los estudios generales. A eso se suma los problemas que persisten en otros cursos porque estos se cruzan, lo que impide que algunos alumnos completen las materias que en teoría deberían llevar. 

Probablemente algunos insistirán en que no era la forma, y a ellos, igual que a mi, les preguntaría ¿qué otra forma había de captar la atención de la prensa y de las autoridades? ¿en el pasado existe alguna prueba de que otra medida haya sido eficaz? Personalmente puedo tener ciertas diferencias, pero nunca menospreciaría a quienes dedican su tiempo a servir a otros, no podría ser indiferente ante quienes no callan, ante quienes no son complices con su silencio.

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